Hay una tendencia por parte de muchos padres, a considerar que los dibbujos animados "no tienen nada de malo" y dar por supuesto que "estan supervisados por un equipo de psicólogos y guionistas especializados", y que por ello carecen de peligro alguno para sus hijos.
Sin embargo, la práctica demuestra que la violencia en los dibujos animados es tan frecuente como preocupante.
Un tiempo excesivo del niño frente a la pantalla de TV o el monitor del ordenador puede eseñearle que el modo de resolver ciertos problemas en la vida real es hacer las cosas tal cual actúan los superhéroes y aquellas actuaciones fantásticas que el niño asimila como superpoderes.
La identificación con los protagonistas de los dibujos lleva consigo una mimetización tal que les impele ya a no vestir como sus referentes sino actuar bajo la consigna de "lo puede hacer mi héroe también lo puedo hacer yo".
Sin embargo, la práctica demuestra que la violencia en los dibujos animados es tan frecuente como preocupante.
Un tiempo excesivo del niño frente a la pantalla de TV o el monitor del ordenador puede eseñearle que el modo de resolver ciertos problemas en la vida real es hacer las cosas tal cual actúan los superhéroes y aquellas actuaciones fantásticas que el niño asimila como superpoderes.
La identificación con los protagonistas de los dibujos lleva consigo una mimetización tal que les impele ya a no vestir como sus referentes sino actuar bajo la consigna de "lo puede hacer mi héroe también lo puedo hacer yo".
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