Una excesiva exposición al visionado de dibujos animados puede ser fuente de ansiedad en el niño, mermar su capacidad creativa, fomentar la agresividad y alentar a buscar emociones y sensaciones potencialmente peligrosas para su integridad física y su salud mental.
Emocionalmente, lo que llega al niño a través de la pantalla no suelen ser sensaciones positivas y productivas, sino más bien sensaciones de tipo pena o rabia, intensos sobre todo cuando finnaliza un episodio y el niño se ve más forzado a volver al mundo real y afrontar sus obligaciones de cada día.
Llama la atención que la tendencia natural de los niños cuando se juntan, no es la de sentarse a ver dibujos en televisión sino más bien la de jugar llevando acabo actividades colaborativas. Lo habitual es que la televisión se disfrute en solitario y que cuando se incopore uno o más iguales, prescindan de la tele y para iniciar un juego participativo en lugar de compartir pasivamente los dibujos animados como úico foco de atención.
Es muy probable que cuando un niño ve demasiada televisión en su entorno domestico, le cueste con sus compañeros en la escuela y presente problemas de aprendizaje, debido a que las horas dedicas a ver televisión se restan a las de lectura, el estudio o cualquier otra actividad que ejercite la mente y la creatividad.
Los dibujos animados predisponen a una pasividad cognitiva que merma la actividad para concentrarse e incorporar nuevos contenidos al bagaje de conocimiento del niño.
Es función de los padres supervisar el tiempo que el niño esta delante de una pantalla incentivándole a que acometa actividades menos pasivas e interiorizar que los personajes a los que admira no son seres reales.
Emocionalmente, lo que llega al niño a través de la pantalla no suelen ser sensaciones positivas y productivas, sino más bien sensaciones de tipo pena o rabia, intensos sobre todo cuando finnaliza un episodio y el niño se ve más forzado a volver al mundo real y afrontar sus obligaciones de cada día.
Llama la atención que la tendencia natural de los niños cuando se juntan, no es la de sentarse a ver dibujos en televisión sino más bien la de jugar llevando acabo actividades colaborativas. Lo habitual es que la televisión se disfrute en solitario y que cuando se incopore uno o más iguales, prescindan de la tele y para iniciar un juego participativo en lugar de compartir pasivamente los dibujos animados como úico foco de atención.
Es muy probable que cuando un niño ve demasiada televisión en su entorno domestico, le cueste con sus compañeros en la escuela y presente problemas de aprendizaje, debido a que las horas dedicas a ver televisión se restan a las de lectura, el estudio o cualquier otra actividad que ejercite la mente y la creatividad.
Los dibujos animados predisponen a una pasividad cognitiva que merma la actividad para concentrarse e incorporar nuevos contenidos al bagaje de conocimiento del niño.
Es función de los padres supervisar el tiempo que el niño esta delante de una pantalla incentivándole a que acometa actividades menos pasivas e interiorizar que los personajes a los que admira no son seres reales.
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